Una hermosa reportera acudió a un parvulario, sacó un lienzo en blanco y lo expuso a la creatividad de una horda de infantes, los cuales infligieron a la tela todo género de vejaciones en forma de manchas de color.
Después recogió el lienzo así ultrajado, lo colgó subrepticiamente en Arco, la feria de arte contemporáneo de Madrid y, micrófono en mano, fue recabando opinión a los visitantes. Las cosas que decía la gente son para enmarcarlas junto al engendro:
- “Aquí veo mucha carga erótica, y también mucha represión”, reflexionaba un abuelo; “Lo que se ve es que esta obra tiene mucha meditación detrás”, aseveraba otro caballero;
- “Hay una mezcla de colores muy trabajados”, sostenía una dama. Otros comentarios: “Hay angustia y tristeza”;
- “Desesperación por buscar un camino nuevo”; “Como flores, ¿no?”. La reportera hurgaba en la herida: “¿Y si le dijera que esta obra cuesta 15.000 euros?”. Y una señora que contesta, rumbosa ella: “No me parece caro”.
Si es que hoy en día es difícil dilucidar donde empieza la profesionalidad y donde la tomadura de pelo.
Fuente de Información: Arte y Mercado
1 comentario:
Y además de verdad
Eso da entre risera y pena, no? Joe, pa inventarte paridas, miras los posos del café y ahí te explayas libremente, pero no te vas a una exposición a valorar obras de las que no conoces leyes; joer, que toda base de una obra no es el impulso irracional del autor, como se piensa la peña. Así claro que hacen el ridículo...
Pero bueno, esta es sólo una forma más de hacer burla al mundo del arte y cuestionar los criterios públicos (como ya hiciera Jeff Koons de la forma más irritante posible).
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