28 junio 2007

HATSHEPSUT, la gran reina dominando un mundo de hombres.

En la época de la XVIII dinastía, durante la cual Egipto se estaba apenas recuperando de la invasión de los Hiksos ( pueblo nómada, guerrero y a la vez introductores del caballo, como animal de trabajo), y se dirigía rápidamente hacia uno de los períodos más florecientes de su historia, denominado precisamente Imperio Nuevo, nos encontramos con una de las figuras femeninas más extraordinarias de la antigüedad, la primera faraona. Hatshepsut lo cual significa "primera entre los nobles", era hija de Ahmes, hija legítima del faraón Amenofis I, y de un hombre que no era de sangre real y que, después de la muerte de su esposa, se convirtió en faraón y reinó del 1528 al 1515 a.C. con el nombre de Tutmosis I. Cuando la madre de Hatshepsut murió, la futura reina debía tener diez años, y el poder de su padre decayó con toda probabilidad. Hatshepsut fue ofrecida como esposa a su hermanastro Tutmosis II, hijo de Tutmosis I y de una mujer de su harén. Se conoce poco de este faraón. Murió a los 30 años de edad después de una larga enfermedad. Tutmosis II dejó a Hatshepsut una hija, Neferure, y un hijastro, el futuro Tutmosis III, que tuvo con una concubina llamada Isis. Tal y como se acostumbraba por aquella época, cuando Tutmosis solamente era un niño fue consagrado sacerdote del templo de Amón en Tebas, y cuando su padre murió, en 1502 a.C. , fue elegido faraón. Por ser demasiado joven para gobernar, fue Hatshepsut quien le reemplazó como regente. La reina, que sin dudad debía de contar con el apoyo de la clase sacerdotal, permaneció en el poder hasta el 1481 a.C., vigesimosegundo año del reinado de su hijastro Tutmosis. A partir de los relieves y los textos que decoran el espléndido templo funerario de Hatsepsut, en Deir el-Bahari, conocemos una versión más propagandística de los hechos, la reina fue investida faraona directamente por su padre, Tutmosis I, ignorando totalmente el reinado de su marido Tutmosis II. Por otra parte, en los relieves está representado el astuto escamoteo utilizado para reforzar lo que habría podido parecer una ascendencia divina demasiado débil, dado que el padre de la reina no era de estirpe real, un día, el dios Amón en persona se le apareció a la madre de Hatshepsut, Ahmes, bajo los restos mortales del consorte real, deseoso de poseerla. Ella consistió, naturalmente, y satisfizo sin saberlo el placer del dios. En la conversación que siguió a este acto, Amón le dijo: Hatshepsut será el nombre de esta hija mía... y será una excelente reina para todo el pueblo. En un relieve del templo de Deir el-Bahari, Hatshepsut niña está representada como un varón, pero ello no sorprende, dado que, de hecho, se proclamó "rey", Horus hembra, y toro poderoso, adoptando en la práctica todos los epítetos que se solían reservar al faraón. No contenta con ello, optó por hacerse representar como hombre o, en cualquier caso, sin los más evidentes atributos femeninos. El reinado de esta poderosa y, al parecer, bellísima reina duró mucho, desde el 1502 hasta el 1581 a.C., y se caracterizó por un programa de gobierno tendente a la consolidación interior del país, asociado con la paz y prosperidad. Efectivamente, pudo dedicarse a la restauración y a la reconstrucción de lo que había sido destruido por la invasión de los Hiksos. En una inscripción que se encuentra en un templete, edificado por la reina en Beni Hasan, se lee: "he restaurado lo que había sido destruido, he reedificado lo que antes de que los asiáticos llegaran de Avaris ya estaba destruido en el delta"... Las grandes obras de Hatshepsut se recuerdan en los relieves de su templo funerario, espléndido y grandioso ejemplo de su magnificencia. Para la realización de esta obra imponente, la reina envió al tesorero Nehesi a las costas de la actual Somalia con cinco grandes barcos cargados de mercancía. Esta expedición, además de llevar hasta Egipto maderas preciosas, marfil, incienso y árboles de mirra, representaba la voluntad de entablar relaciones amistosas y pacíficas con los países vecinos. Hastshepsut dedicó al templo de Amón en Karnak dos gigantescos obeliscos de 30 metros de altura que fueron excavados en las canteras de Assuán, esculpidos, transportados y terminados en sólo siete meses. Hizo realizar trabajos en la segunda catarata del Nilo para poder procurarse con mayor facilidad el oro de las regiones meridionales, e intensificó el aprovechamiento de los yacimientos de minerales del Sinaí. La reina se sirvió también de poderosos colaboradores, como el visir Hapneseb, a través del cual controlaba a la poderosas clase sacerdotal, el tesorero Nehesi, que también ejerció funciones de embajador en la tierra de lo que actualmente es Somalia, el arquitecto Thute y el príncipe Senenmut, quien desempeñaba cargos muy especiales. Dicho hombre dirigió todas las grandes obras arquitectónicas de Hatshepsut, y llegó a tener el honor supremo de colocar su efigie en los templos de Tebas y de hacerse representar, aunque en los lugares pocos visibles, en los relieves del Deir el-Bahari. Repentinamente, hacia el año 1481 a.C., el nombre de Hatshepsut desapareció de las inscripciones, suplantado por el de Tutmosis III. Es lícito pensar que fue derrocada por su hijastro o que murió. A la súbita desaparición de la reina le siguió una donnatio memoriae probablemente deseada por el propio Tutmosis, quien hizo destruir las estatuas que la representaban en el santuario del Deir el-Bahari. Como los otros faraones de la XVIII dinastía, Hatshepsut se hizo excavar una tumba en las colinas rocosas cerca de Tebas, que nunca se llevó a término. Su sarcófago fue hallado en la tumba nº 20 del Valle de los Reyes, situada junto a la de su padre Tutmosis I.

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