18 diciembre 2006

LAS MUJERES TAMBIÉN CONTARON EN EL ARTE

Hace algún tiempo alguien me discutió la importancia que la mujer ha tenido en el arte. Bien es cierto, que si preguntamos a gente de a pie un nombre de una "artista" de los siglos XVI en adelante o anteriores, el 90%, afirmaría que no habían, pero así mismo es sabido que eso es un gran error. Claro que existirieron , grandes y muy buenas artistas en los siglos pasadas, pero si hoy en día, aún estamos en escalas distintas, aunque afortunadamente poco a poco cada vez menos, pues en los siglos anteriores el desconocimiento de estas mujeres se cierne con sus muertes.
Por tanto, para hacerles justicia, inicio una sesión: MUJERES QUE FUERON ARTISTAS DE PRESTIGIO (aunque algunas obtuviesen su reconocimiento muy a posteriori)
Una de estas grandes mujeres fue:


Judith Leyster (1609-1660)



Nace en 1609 en Haarlem donde su padre regentaba una hostería que se declaró en bancarrota en 1624. Ante la bancarrota familiar se vio en la obligación de aprender un oficio y eligió la pintura entrando en el estudio del pintor Ampzing.
En 1636 se casa con el célebre pintor de género Jan Miense Molenaer estableciéndose en Amsterdam. Once años después se trasladan a Heemstede un suburbio de Haarlem donde muere en 1660.
No hay referencias de su educación artística, pero cuando cumplió 18 ya se la incluía entre las personalidades artísticas de Haarlem.
Su trabajo está claramente influenciado por el contenido y las pinturas de Frans Hals y su hermano Dirck. Como ellos Leyster tenía un talento para las escenas animadas de género que representaban tabernas, juegos, músicos y similares. Tales temas eran muy populares entre la burguesía holandesa, los compradores principales del arte holandés en la época.
Leyster produjo la mayoría de sus obras entre 1629 y 1635, su producción artística disminuyó notablemente después de su boda con el artista Miense Molenaer, con quien tuvo cinco hijos.

Aunque fue muy valorada durante su vida, una vez que hubo muerto su trabajo se olvidó hasta 1893, cuando en la pintura “La proposición”, que se creía obra de Frans Hals se descubrió el monograma distintivo de la artista, oculto bajo una falsa firma de Hals.

Esto provocó que se revisaran los cuadros de Hals, y se descubrió que algunos de sus cuadros más conocidos, como “El Alegre Bebedor” adquirido por el Rijksmuseum de Amsterdam también llevaba su monograma y la fecha de 1629.
El resurgimiento de la pintora como artista de pleno derecho se produjo entonces, colocándola en el lugar que se merece en la Historia del Arte. Arriba, con los grandes.

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